dijous, 2 d’agost del 2018

Viva la globalización



La comarca es la extensión de territorio que permitía a los agricultores ir a vender al mercado. Andando o en carro no se podía llegar más lejos. Las compras y ventas se limitaban a este espacio porque, con estos medios de transporte, no se podían hacer desplazamientos mayores.

En la actualidad, los medios de transporte permiten que las mercancías lleguen con facilidad a todas partes y que la información se mueva de forma instantánea por todo el planeta. Esto permite que les mercancías sean transportadas a cualquier lugar, que los turistas vayan a todas partes y que los capitales circulen instantáneamente de una punta a otra del globo terráqueo.

De nada servirá que dirigentes como Trump, con todo su poder, quieran proteger los productos de su país ni que, desde la izquierda, se hagan manifestaciones contra la globalización: la globalización es inevitable.

Ir contra la globalización es como luchar contra la fuerza de la gravedad: inútil, de la misma forma que lo fueron los esfuerzos de los ludditas, quemando maquinaria para evitar la industrialización.

La globalización es inevitable. Entonces,viva la globalización!

Pero debemos luchar contra los efectos negativos de esta globalización, que está permitiendo un capitalismo salvaje, y tenemos que saber aprovechar las ventajas que la globalización nos puede aportar.

El capital se está sirviendo de la globalización para obtener más beneficios, aprovechando las diferentes legislaciones fiscales de los países, trasladando las sedes sociales y las ventas a los países con menores impuestos, aprovechando para producir en los países con mano de obra más barata para vender en países con un mayor poder adquisitivo.

Estos comportamientos salvajes, sin ningún control, son compatibles con las legislaciones de cada uno de los países en los que intervienen. Es decir que, a pesar de que sean unos comportamientos perjudiciales para el bien común, están dentro de la legalidad.

Para evitar que se obtengan más beneficios en perjuicio del bien común, seria necesaria una regulación internacional, unes leyes internacionales que controlasen las transacciones internacionales. Puede parecer imposible en estos momentos plantear un gobierno mundial pero la tendencia siempre ha sido que el ámbito de la regulación ha seguido el ámbito geográfico de las transacciones: ciudades, comarcas, estados ... y ahora el mundo. Se tardará más tiempo o menos, pero cada vez habrá más regulaciones internacionales porque, entre otras razones, nos jugamos el planeta.

De nada sirve competir a nivel de países, azuzar el nacionalismo... Es preciso que, aprovechando la facilidad de las comunicaciones actuales, se vuelva a hablar de internacionalismo, tenemos que buscar soluciones globales que permitan legislar en temas cruciales como la evasión fiscal, normativas medioambientales... problemas que ya no son de los estados sino que son globales.

Todo esto, que ahora parece difícil, es muy fácil de comprender si se ve la tierra con una mirada de astronauta (no la del ministro). Con esta perspectiva se ve que la tierra es una nave única en la que todos nosotros viajamos y en la que tenemos que colaborar para convivir y es del todo incomprensible que, para conseguir beneficios particulares, se nos perjudique a todos.




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